miércoles, 1 de octubre de 2014

Mirar una vela

Una vela sirve para controlar el flujo descontrolado de pensamientos, o para ayudarnos a conciliar el sueño cuando nos cuesta dormir. Pero una vela también puede hacer que una profesora de magisterio se convierta en hazmerreír en Twitter, que es lo que ocurrió cuando Rocío López, de la Universidad CEU Cardenal Herrera planteó a sus alumnos un ejercicio que consistía en concentrarse en la llama de una vela para mejorar las capacidades de observación de sus estudiantes, cualidad básica en un buen docente.


Un día después, el tuit de la universidad ha conseguido más de 3.000 retuits y mil favoritos, muchos de ellos con comentarios como:


Pero más allá del cachondeo, ¿qué hacían con una vela en clase? ¿cómo lo hacían?

"Todos hemos visto muchas veces una vela encendida... Pero si nos piden que describamos lo que se observa en ella nos resultaría difícil. Una vela encendida, a pesar de ser un hecho tan simple, se convierte en un fenómeno fascinante cuando se somete a la observación sistemática y cuidadosa", explica en un blog de la web de la misma universidad el profesor Fernando Serrano.

Y tan fascinante. La llamita de la vela viene siendo una herramienta de la disciplina yóguica desde hace siglos. Se trata de Trataka, un ejercicio para la salud de ojos y mente que ya se incluía en los Upanishads, los antiguos textos de yoga. Trataka es un favorito de la profesora de yoga y meditación Harmony Hannigan, que lo utiliza para preparar la mente para la meditación y como ejercicio de concentración.

"Es una técnica de purificación. No sólo a nivel físico, también mental. La mirada se estabiliza con esta práctica; luego vas profundizando. Cuando lo practicas con intensidad puede despertar facultades de visión interna. Esto significa que la parte visual de nuestra imaginación o sueños se vuelve más nítida”, dice.

Cuando la mente está perturbada por un montón de pensamientos –al acostarnos por la noche, por ejemplo, después de haber pasado mucho tiempo frente a la pantalla– centrarnos en un objeto tan llamativo puede ayudarnos a salir del fragor y dejar atrás los planes o preocupaciones que nos tienen, en fin, en vela.

Yoguis como el emblemático swami Sivananda, creador de la escuela que lleva su nombre, consideraba que la vista es el sentido del que más abusamos y, por eso, creía que la manera más rápida de concentrar la mente es a través de los ojos. La correlación entre los ojos y la mente tiene, de hecho, una base fisiológica muy profunda, ya que la visión ocupa un gran porcentaje de la capacidad del cerebro.

Aunque la forma más tradicional de practicar Trataka es con una vela, también pueden usarse otros objetos como una flor o una imagen simbólica. ¿Para qué? Quien domine la técnica, argumentan los yoguis, podrá traer a la mente lo que desee.

En el caso de esta universidad, justifican el uso de esta herramienta del yoga para fomentar la capacidad de observación de sus alumnos: "Para hacer una buena observación, es necesario desarrollar cualidades como las siguientes: una inteligencia despierta para observar, interés y gran paciencia y conocimiento de lo observado y de su ambiente, para mejorar la observación e interpretar los resultados con la mayor precisión".

Estas son las instrucciones para hacer el ejercicio:
  • En primer lugar, hay que preparar el espacio. Apaga las luces, baja las persianas y acomoda el espacio donde te vas a sentar (en el suelo, con las piernas cruzadas al estilo más tradicional, o en una silla si las rodillas no están para esos trotes). Enciende una vela y colócala a la altura de los ojos o un pelín por debajo, a una distancia de al menos 50 centímetros. Es importante asegurarse de que la cabeza no está inclinada hacia adelante y de que la espalda se mantiene erguida.
  • Fija la vista en la vela y permite que la imagen de la llamita ocupe tus pensamientos. Al principio, lo más probable es que la mente vuele en todas direcciones: de repente es urgentísimo limpiar la nevera o felicitar a la tía abuela que cumplió años anteayer. Es probable que los ojos lagrimeen un poco y que cueste mantenerlos fijos sin parpadear. Todo esto es normal; se trata de volver a fijar la atención en la vela cada vez que aparezcan distracciones.
  • Si lo deseas, puedes imaginar que estás inhalando y exhalando la llamita. Pasados unos minutos (10 o 15 para comenzar, puede irse alargando después) cierra los ojos y trata de mantener una imagen vívida de la llama durante tanto tiempo como sea posible. Cuando profundizas en este ejercicio, lo que ocurre es que aunque los ojos están abiertos, no ves nada más que la pequeña llama frente de ti. ¡La llama y tú sois una misma cosa!

Fuente | Verne

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