viernes, 20 de enero de 2012

¿Por qué los perros pueden andar por el hielo sin congelarse?

Científicos de la Universidad Yamazaki Gakuen de Tokio han sabido responder el por qué los perros no parecen sentir frío en sus patas al andar por el hielo o la nieve, a pesar de tener menos aislante.

Es cierto que las patas de los perros poseen unas almohadillas con un alto contenido de grasa que aísla mejor que otros tejidos, pero también tienen una alta proporción volumen / área superficial, lo que significa que pierden calor fácilmente.

El artículo ha sido publicado en la revista Veterinary Dermatology .

Lo que sucede en seres humanos expuestos a temperaturas frías es que se produce una vasoconstricción en las extremidades para reducir el flujo sanguíneo y la consiguiente pérdida de calor, de esta manera se asegura que la sangre que vuelva al resto del cuerpo sin enfriarse demasiado.

El equipo de investigación, dirigido por el Dr. Hiroyoshi Ninomiya, utilizó un microscopio electrónico de barrido para estudiar las patas de cuatro perros adultos y descubrió que la arterias que suministran sangre a las almohadillas tenían unas redes de numerosas venas pequeñas o vénulas, asociadas entre ellas, actuando en conjunto como una contracorriente intercambiadora de calor.

Cuando la sangre caliente llega a las patas a través de las arterias, el calor se transfiere a las vénulas, que están estrechamente relacionadas con las arterias, lo que garantiza que la sangre se haya calentado antes de que vuelva al resto del cuerpo.

Este sistema de intercambio de calor impide el enfriamiento del cuerpo y asegura que la temperatura de la pata se mantenga dentro de límites razonables.

El mismo sistema también se había identificado en otros animales como en los pingüinos de la Antártida, en patas y alas, o los delfines, que utilizan el sistema de intercambio de calor en las aletas.

El zorro ártico (Vulpes lagopus) era conocido por tener un sistema intercambiador de calor en sus patas, junto con numerosas otras adaptaciones al frío, pero la existencia de tal sistema en los perros domésticos no había sido sospechada o identificada.

Los resultados sugieren que los perros domésticos podrían haberse originado en un clima frío, en el que dicho sistema habría tenido beneficios de supervivencia.


Fuente | Xataka Ciencia

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