Si bien la superficie de la Tierra se ha enfriado después de millones de años, su interior continúa hirviendo. El magma se halla bajo fuertes presiones y, también, cerca de la superficie, en grietas y caños. Los volcanes, pues, son una suerte de válvulas por las que, en ocasiones, sale la sobrepresión.
Se conocen unos 1.300 volcanes activos: en su mayoría localizados en lo que se llama “círculo de fuego”, en el Pacífico, en una zona que comprende Filipinas, Hawai y Polinesia.
Las explosiones de los volcanes pueden llegar a ser tan intensas que se escucharían literalmente a miles de kilómetros de distancia. La erupción del volcán Krakatau en Java, la más violenta de nuestra historia, sucedida en 1883, se pudo oír en Australia, es decir, a 5.000 km de distancia, como un sordo retumbar. La sacudida también se pudo medir en la costa de California, a 15.000 km de distancia.
El tsunami que originó la explosión también fue de órdago: medía 30 metros de altura y segó la vida, en las cosas de las islas indonesias, a más de 35.000 personas.
Ante tamaño peligro, lo lógico es preguntarse cómo es posible que la gente decida vivir cerca de un volcán.
Fuente | Xataka Ciencia
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