Un equipo internacional de astrónomos han observado, por primera vez, una explosión de supernova en su primera etapa, en la que parece una bola de fuego termonuclear en expansión.
Se trata de una explosión que se descubrió el año pasado en la constelación de Delphinus.
El trabajo, que ha sido publicado en Nature, ha revelado cómo la estructura del material eyectado en una de estas explosiones evoluciona a medida que el gas se expande y se enfría. Parece que la expansión es más complicada que los modelos simples usados previamente y que se basaban en predicciones.
Una nova se produce después de la acumulación de una capa delgada de hidrógeno en la superficie de una enana blanca --una estrella altamente evolucionada, con el diámetro de la Tierra y la masa del Sol--. El hidrógeno es suministrado por un compañero cercano, que es una estrella normal, en un sistema binario, en el que las dos estrellas orbitan alrededor de su centro.
La estrella normal arroja una pequeña cantidad de su masa a través de una corriente sobre la superficie de la enana blanca, que se acumula gradualmente hasta formar un 'océano' de hidrógeno. Cuando éste alcanza profundidad, la enorme gravedad en la superficie de la enana blanca produce presiones en la parte inferior de la capa de hidrógeno, lo suficientemente fuerte para desencadenar la fusión termonuclear.
Esta 'nova' se descubrió el 14 de agosto de 2013, por el astrónomo aficionado japonés Koichi Itagaki, y fue nombrada como Nova Delphinus 2013. Unas 15 horas después del descubrimiento y dentro de las 24 horas posteriores a la explosión real, este equipo de estrónomos comenzó su trabajo, con el fin de captar estos sucesos en sus primeros estadios y medir su tamaño y forma. El tamaño de la nova se midió en un total de 27 noches en el transcurso de dos meses; la primera medición representa el tamaño más temprano obtenido para una explosión de este tipo.
Mientras que la explosión fue presenciada en la Tierra en agosto pasado, en realidad tuvo lugar hace cerca de 15.000 años. Para lograrlo, el equipo utilizó las instalaciones del observatorio CHARA, que utiliza la interferometría óptica para combinar la luz de seis telescopios para crear imágenes con una resolución muy alta, lo que equivale a la de un telescopio con un diámetro de más de 300 metros. Esto hace que sea capaz de ver detalles mucho más pequeños en extensión angular que los telescopios tradicionales sobre la tierra o en el espacio.
Uno de las autores principales, Dipankar Banerjee, ha comentado que "ha sido muy difícil captar este momento de la supernova, pues su brillo se puede atenuar rápidamente después de su arrebato", por ello ha destacado el trabajo realizado con CHARA, "uno de los pocos instrumentos en el mundo que pueden hacer esto", según ha aclarado.
El combinado de mediciones del observatorio ha permitido conocer también la velocidad de expansión, a partir de observaciones espectroscópicas independientes, y, como consecuencia, se ha podido conocer la distancia a la estrella. Esta supernova resultó estar a 14.800 años-luz del Sol.
Conociendo la distancia a la 'nova' junto con su tamaño angular, se sabe el tamaño físico de la bola de fuego en los diferentes tiempos de observación. Durante la primera observación, el 15 de agosto de 2013, el tamaño de la bola de fuego era más o menos el tamaño de la órbita de la Tierra. Dos días más tarde, ya era el tamaño de la órbita de Marte, y por el día doce, la superficie de la bola de fuego se extendería hasta la órbita de Júpiter. En este sentido, los investigadores han explicado que fue "increíble" ver el material en expansión hacia el exterior cada día después de la explosión. "Esta es la primera vez que los astrónomos han podido presenciar una bola de fuego en expansión con tal lujo de detalles, más que como un punto diminuto de manera ligera en la galaxia", precisa el artículo.
Fuente | 20 Minutos
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