Sin embargo, más allá de sus atributos morbosos, lo verdaderamente fascinante de esta especie herbácea está en su ciclo vital. Desde el día en que germinó hasta su primera flor (el pasado fin de semana), pasaron nada más y nada menos que 17 años.
El bulbo necesita mucho tiempo para alcanzar un tamaño suficiente que soporte los más de 10 kilos que pesa el tallo, de color amarillo, cuando florece. Y ese es un trabajo que la planta va haciendo poco a poco a través de un proceso vital que se repite cinco veces en la vida.
El ciclo de casi dos décadas consiguió que la biomasa del tubérculo fuera 15 veces superior a cuando brotó por primera vez. Así, pasó de sus 10 gramos iniciales a los 25 kilos y 1,93 metros que ha logrado estos días.
Una vez abiertos los capullos, las flores sólo duran un par de días y el gran tallo amarillo con forma de pene, poco más de una semana. Tras el esfuerzo biológico que la planta realizó para alimentar semejante estructura floral, el bulbo pierde biomasa y regresa a los 10 kilos.
El proceso empezará de nuevo, aunque al partir de un tamaño mayor, sólo necesitará tres años para volver a alcanzar el peso óptimo para florecer. Por mucho que uno se sienta seducido por la rareza de la planta, es difícil aguantar más de algunos minutos a su lado cuando ha florecido.
Durante las únicas 12 horas en que las flores hembra están abiertas, el titán amorfofálico despide olor a cadáver. Es tan fuerte y tan real que consigue atraer a moscas y escarabajos que se encuentran hasta una distancia de 20 kilómetros.
Los insectos creen que están ante un gran animal muerto, ideal para dejar sus larvas. Con este engaño, la flor cadáver busca su polinización.
Aunque los botánicos podrían transportar el polen de manera artificial, ninguna institución está interesada ya que después de la polinización, la flor cadáver da unos frutos rojos y muere. Demasiado dinero y años invertidos en sus cuidados para perderla en unas semanas.
Ver un ‘Amorphophallus titanum‘ en su máximo esplendor es tan poco frecuente que el discreto Jardín Botánico de Basilea se vio inundado de visitas, reales y virtuales.
Durante 10 días, ha recibido a más de 25.000 personas, una cifra astronómica para este pequeño lugar. La gran mayoría llegaba atraída por la forma, el tamaño y el olor de la planta, pero al abandonar el jardín lo hacía maravillada al conocer el curioso crecimiento de esta especie vegetal.
Fuente | Xataka Ciencia
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