Una monstruosa tormenta de polvo sorprendió a los ciudadanos de Phoenix (Arizona) por segunda vez en menos de quince días, retrasando vuelos y provocando cortes de energía eléctrica para miles de personas.
La pared de polvo alcanzó unos 900 metros (3.000 pies) de altura y provocó vientos de entre 40 y 50 kilómetros por hora (entre 25 y 30 millas por hora), con ráfagas de hasta 64 km/h. La visibilidad se redujo a menos de medio kilómetro (un cuarto de milla) en algunas zonas.
Lejos de las absurdas profecías, una tormenta de polvo o haboob (como es llamado en el mundo árabe), es un fenómeno meteorológico común en el Desierto del Sahara de África septentrional, en las Grandes Llanuras de Norteamérica, en Arabia, el Desierto del Gobi de Mongolia, el Desierto Taklamakán del noroeste de China y otras regiones áridas y semiáridas.
Las tormentas de polvo severas pueden reducir la visibilidad a cero, imposibilitando la realización de viajes, y llevarse volando la capa superior del suelo, depositándola en otros lugares.
La sequía y, por supuesto, el viento contribuyen a la aparición de tormentas de polvo, que empobrecen la agricultura y la ganadería.
El polvo recogido en las tormentas puede trasladarse miles de kilómetros: las tormentas de arena del Sahara influyen el crecimiento del plancton en el oeste del Océano Atlántico y, según algunos científicos, son una fuente importante de minerales escasos para las plantas de la pluvisilva amazónica.
Fuente | Xataka Ciencia
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