El diario 'The Sun' de Nueva York causó una gran sensación al publicar en 1835 la noticia de que se habían descubierto criaturas en la Luna. El autor pretendía hacer una broma, pero los lectores se lo tomaron en serio. En esos tiempos, se creía que existían los extraterrestres. Casi dos siglos más tarde, esa creencia ha vuelto a resurgir. El pasado mes de julio, el multimillonario ruso Yuri Milner se comprometió a aportar en 10 años 100 millones de dólares para un proyecto que buscará señales de inteligencias alienígenas.
La iniciativa no es una excentricidad. En 1995, se descubrió el primer planeta extrasolar o exoplaneta. Desde entonces, se han encontrado miles, algunos potencialmente parecidos a la Tierra. En los últimos años, se han sucedido las conferencias sobre exoplanetas habitables.
Quizá este caldo de cultivo ha facilitado que la respetable revista Monthly Notices Letters of the Royal Astronomical Society haya publicado un curioso trabajo de Fergus Simpson, investigador posdoctoral en física de la Universitat de Barcelona. En él, el científico concluye que, de existir, los extraterrestres inteligentes tendrían una talla más parecida a los osos polares que a los humanos. En concreto, la mitad de las especies alienígenas conscientes pesarían más de 310 kilogramos. Nada de hombrecillos verdes. Simpson es sin duda una persona creativa no es un extravagante. El trabajo emplea con todo rigor la estadística bayesiana, una herramienta matemática de las más avanzadas.
El punto de partida es que no se debería tomar al homo sapiens y a la Tierra como el modelo de lo que es una especie inteligente y de su hogar. "Si paras a una persona y le preguntas de qué equipo es, lo más probable es que sea de uno de los grandes. Sin embargo, si tu pregunta es: '¿Cómo es el equipo de fútbol típico?', entonces la respuesta debería ser uno de la multitud de equipos", explica Simpson. De la misma manera, la mayoría de los humanos viven en pocos países grandes y muy poblados. Pero el país típico es pequeño.
El científico extiende este razonamiento al conjunto de planetas que podrían albergar vida inteligente. Es más probable vivir en un planeta muy poblado que en uno poco poblado. En consecuencia, si hay que hacer una apuesta, es más sabio asumir que los humanos pertenecemos a un planeta de los muy poblados. Dicho de otra manera, la mayoría de los otros planetas con seres inteligentes deberían estar menos poblados que la Tierra.
El razonamiento va un paso más allá. En la Tierra, cuanto más pequeña es la población de una especie, más grande suele ser su talla: hay menos humanos que hormigas, y menos hormigas que bacterias. ¿Ocurre lo mismo a escala planetaria? Simpson argumenta que sí. Los habitantes de un planeta no pueden consumir más energía que la que les proporciona su estrella. Así que los individuos que pertenecen a poblaciones pequeñas pueden desarrollar cuerpos grandes, que consumen más energía. Por lo tanto, si la mayoría de los pueblos alienígenas son menos numerosos que los humanos, deben ser más corpulentos.
Con estas y otras premisas, Simpson pone en marcha la maquinaria estadística que le proporciona la cifra de los 310 kilos, que representa más o menos el peso de un oso polar. Pero ese no es el peso de todas las especies alienígenas inteligentes. Existen las mismas probabilidades que una especie alienígena pese más o menos de esa cantidad. Pero lo interesante es saber que es un peso mucho mayor que el de los humanos.
Con el mismo razonamiento empleado para la población, Simpson concluye también que la mayoría de los otros planetas con alienígenas conscientes serían más pequeños que la Tierra."Según mis cálculos, es inútil buscarlos en planetas que tengan más del 20% más que el radio de la Tierra", explica el investigador.
Fuente:
El Periódico
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