lunes, 26 de septiembre de 2011

El cine más pequeño del mundo




El magnífico parque romano de Villa Borghese alberga el 'Cine de los Pequeños', que, con sus 72 metros cuadrados, cuenta con el reconocimiento de Premio Guiness de los Récords por ser el recinto en activo más reducido del mundo en el que se proyectan películas, especialmente para niños.

Rodeado de árboles y obras escultóricas que salpican el parque de la familia Borghese, en la distancia parece una casita de juguete, aunque en realidad se trata de un verdadero cine fundado en 1934 por un funcionario municipal Alfredo Annibali, quien logró la concesión del terreno a cambio de utilizarlo en beneficio de los niños.

Durante años, una silueta de Mickey Mouse con proyector saludó a los clientes del cine: Annibali la puso aprovechando que la mascota de la Disney estaba de moda, y así se mantuvo hasta los setenta, cuando la compañía hizo valer sus derechos de autor para exigir la retirada del famoso ratón. Caterina Roverso y Roberto Fiorenza son desde 1980 la tercera generación de propietarios y desde entonces dirigen el cine.

En 1991 acometieron la última gran reforma, en la que dispusieron una pantalla moderna y las actuales 63 butacas y en 1995 modernizaron el proyector. Fiorenza y Roverso son meticulosos: en su cine no se proyecta nada que no hayan conocido y estudiado previamente, porque saben que su público potencial es exigente.

Durante dos años fue sala principal de la Filmoteca Nacional Italiana. "Cuando proyectamos El acorazado Potemkin, tuvimos que hacer una segunda sesión, de tanta gente que esperaba fuera", dijo Fiorenza.

Y es así como el cine diminuto, actualmente, proyecta pases en dos horarios bien diferentes: el matinal, para los niños, y el vespertino para los adultos. "Sala pequeña para cine verdadero", apostilla Roverso, quien tiene también palabras entusiastas para los programas didácticos que realizan con escuelas, en las que se les hacen recorridos por distintas disciplinas a través del cine.

"Buscamos crear una mirada hacia lo diferente, lo nuevo, crear espectadores críticos, sin prejuicios", explica sobre su labor Caterina Roverso.

Hay mucha historia entre esas reducidas cuatro paredes por las que pasan cada año una media de 20.000 espectadores.

En las paredes hay dibujos colgados que recuerdan la existencia de los microcortos de Mafalda, dedicados por Quino, firmas de Michel Ocelot, autor del niño Kirikú, o de un póster de la italiana La flecha Azul, el mayor éxito del cine de la era Fiorenza-Roverso. Roverso enseña el diploma que acredita al local como el cine en activo más pequeño del mundo, más aún que el 'Cinecito' de La Habana y que el minicine 'El Favorito', en Venezuela.

Es además, el cine con la salida más bella del mundo: cuando Roverso descorre las cortinas que ocultan la puerta, y la abre, se produce un estallido de luz, y se vislumbra un camino de grava escoltado por frondosos árboles.

Es fácil imaginarse jugar a los niños allí, en ese santuario donde florecen los sueños de la infancia.


Fuente | 20 Minutos

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