Piedras calientes sobre los senos que comienzan a apuntar. A veces palos de majar el cereal, a veces otros objetos planos, pero siempre ardiendo. Es el planchado de pechos que sufre una de cada cuatro niñas en Camerún. Las madres u otras mujeres de la familia son las encargadas de practicarlo con la creencia de que retrasa el crecimiento del pecho de sus hijas y, por tanto, las aleja de las relaciones sexuales, consentidas o no, las protege de las miradas libidinosas de los hombres y evita tal vez embarazos no deseados.
Hay que apretar fuerte sobre esos pequeños senos que comienzan a desarrollarse. Arriba y abajo, como se plancharía una prenda. Pero es un cuerpecito infantil el que soporta el dolor de estos embates que dañan los tejidos, causan heridas, abscesos, infecciones y, eventualmente, podrían predisponen al cáncer. Día tras día, hasta obtener el resultado deseado. A veces, el medio elegido es el vendaje con telas calientes. Suelen ser varios meses de tortura. Se trata de una tradición antigua en algunas zonas de África del Oeste y más conocida en el caso de Camerún, país que roza los 20 millones de habitantes.
Esta forma de "mutilación femenina", como la califica la agencia oficial de cooperación alemana GTZ, que ha tenido un papel pionero en revelar esta práctica y luchar contra ella, la sufre al menos el 24% de las mujeres en Camerún, según este organismo. A mayor precocidad, mayor riesgo. "Cuanto antes empiece a desarrollarse el pecho, más posibilidades de sufrir esta forma de mutilación. La mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los nueve años sufren el planchado", afirmaba un trabajo de GTZ de 2007.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, en un informe sobre los derechos humanos en este país de África en 2010, se hace eco del problema en parecidos términos y añade que esta práctica "provoca quemaduras, deformidades y problemas psicológicos".
La agencia germana realizó en 2006 una amplia investigación con encuestas a 5.700 mujeres de 10 a 82 años, que reveló también que la mitad de las niñas cuyo pecho comenzó a crecer antes de los nueve años padecen esta práctica, más frecuente en las ciudades que en el campo. El 53% de las chicas de Duala, la mayor urbe del país, la han sufrido, según el estudio.
A menduo, el doloroso planchado no logra su objetivo protector: muchas chicas se quedan embarazadas, lo que inmediatamente las aparta de la escuela. Se casan o se convierten en madres solteras. Algunas pueden intentar un aborto clandestino (solo está permitido en caso de violación o si peligra la salud de la madre). En Camerún, tres de cada diez mujeres están embarazadas o ya han tenido al menos un hijo al cumplir los 20 años, según GTZ, y solo el 26% de las casadas utilizan métodos anticonceptivos.
La edad para contraer matrimonio está fijada en 15 años para las mujeres, pero según el informe estadounidense, muchas familias casan a las niñas a los 12. Este trabajo también señala el aumento de las violaciones, cuyas víctimas tienen una edad media de 15 años.
Además de los embarazos tempranos, el sida es también una amenaza en Camerún. La incidencia es alta. De cada 1.000 personas entre 15 y 49 años, 53 son seropositivas, según la Organización Mundial de la Salud. La esperanza de vida en este país con un 40% de animistas, otro tanto de cristianos y un 20% de musulmanes, es de 51 años.
Algunos expertos creen que tras la práctica del planchado está el tabú de hablar de sexo con los hijos y que es por ahí por donde podría venir parte de la solución. Precisamente esa es una de las vías que se han puesto en marcha para intentar atajar esta costumbre. Las "tías" (tantines, en el cariñoso diminutivo francés) de las pequeñas son las encargadas. No son de la familia, sino que se trata de adolescentes que han sido madres sin desearlo entre los 12 y los 18 años (algo que se estima que les ocurre al 21% de las chicas).
Encuadradas en más de 250 asociaciones bajo la organización paraguas Renata, unas 15.000 jóvenes han recibido formación para educar a los adolescentes en salud reproductiva y sexual, incluida la prevención del sida. Con el apoyo de la cooperación alemana, las tantines han puesto en marcha en los medios de comunicación la campaña Digamos no al planchado de senos.
En su web (www.tantines.org), las activistas explican con claridad las causas que subyacen tras la sórdida práctica del planchado. "La gente cree que los senos van a atraer a los hombres, que los senos van a empujar a las niñas a tener relaciones sexuales precoces que pueden dejarlas embarazadas, que las niñas pueden crecer normalmente y continuar sus estudios después del planchado, que las niñas no tendrán vergüenza por tener ya pechos", explican.
También abordan las consecuencias de una práctica "que causa mucho dolor y puede destruir los senos completamente", causar un fuerte trauma y provocar problemas fisiológicos.
De pueblo en pueblo, de barrio en barrio, predican contra una práctica que abrasa la pubertad femenina y cuyo secreto se rompe poco a poco.
Fuente | El País
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