Desde que su esqueleto fue descubierto en Etiopía, Lucy, una hembra de Austrolopithecus afarensis de 3,2 millones de años de antigüedad, ha sido uno los ancestros humanos más fascinantes para los científicos, que han intentado desentrañar los detalles de su vida como si se tratara de una estrella de cine. Sabemos de ella muchas cosas. Que medía alrededor de un metro y pesaba unos 27 kilos, que fue madre y que llegó a los 20 años de edad. También sospechaban que caminaba erguida, pero un nuevo estudio, publicado esta semana en la revista Science, viene a confirmarlo. La vieja Lucy y sus congéneres tenían unos pies muy similares a los nuestros, rígidos y arqueados. Este descubrimiento apoya la hipótesis de que el Austrolopithecus afarensis caminaba principalmente erguido, en vez de moverse a través de los árboles.
El Austrolopithecus afarensis vivió hace entre 3,7 y 2,9 millones de años y su más famoso espécimen es Lucy, cuyo esqueleto parcial reveló que caminaba erguida como lo hacemos nosotros. Los investigadores han mantenido un gran debate sobre en qué medida Lucy y sus congéneres eran bípedos, sin embargo, su conocimiento se veía frenado por los escasos registros fósiles de huesos clave del pie de estos individuos. Ahora, científicos de la Universidad de Missouri en Columbia (Estados Unidos), dirigidos por Carol Ward, describen un nuevo hueso de pie de la especie procedente de Hadar, en Etiopía, en un famoso yacimiento. El hueso, un cuarto metatarso, está casi perfectamente conservado. Aporta evidencias de los arcos y de que su propietario podía soportar un estilo de locomoción humano.
El hueso tiene varias características similares a las del pie de los humanos modernos. Los pies de los seres humanos, únicos entre los primates, tienen dos arcos, longitudinal y transversal. Durante la locomoción bípeda, estos arcos realizan dos funciones fundamentales: hacer de palanca cuando el pie se levanta del suelo y absorber el choque cuando la planta del pie se encuentra con el suelo al final de la zancada. Los pies de los monos no tienen arcos permanentes, son más flexibles que los pies humanos y tienen un dedo gordo con una gran movilidad, atributos importantes para escalar y agarrarse a los árboles. Ninguno de estos rasgos simiescos están presentes en el pie de A. afarensis.
Este pie, con su arco bien formado, debió de haber sido lo suficientemente duro para presionar contra el suelo pero también lo suficientemente flexible para absorber choques. Por ello, el fósil sugiere que los pies del A. afarensis se habían transformado por completo de estructuras de agarre a otras que facilitaban el caminar similar a los humanos y la carrera sobre dos pies. Así que, como ya se sospechaba, Lucy caminaba, más o menos, como cualquier mujer actual.
Fuente | ABC
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