Frente a la costa de Croacia, en el mar Adriático, en una pequeña isla llamada Bisevo, existe una peculiar cueva situada en la parte oriental de la isla, cuyo mayor atractivo turístico es su color azul eléctrico (en croata Modra špilja).
La cueva, que fue descubierta en 1884 por el barón Eugene Rausoonet, tiene unas dimensiones nada espectaculares: una entrada de apenas 1,5 metros de altura, una longitud total de unos 24 metros y una profundidad de unos 16 metros.
Pero el sol, cuando está en su cenit, entonces convierta la cueva en algo sorprendente. El efecto de refracción de la luz solar en el interior de la gruta origina esta luz marina que parece brotar del lago interior, como si el lago fuera una de esas piscinas que de noche se iluminan desde abajo con una luz espectral.
Fuente | Xataka Ciencia
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