El pie de trinchera consiste en un desarreglo circulatorio resultante de la exposición prolongada a la humedad y al frío sin cambiarse el calzado.
Esta denominación procede de la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados pasaban mucho tiempo (incluso días o semanas) metidos en las trincheras con los pies cubiertos de agua y a temperaturas muy bajas. Pero más recientemente también se han dado casos de esta patología: fue una enfermedad muy frecuente durante la guerra de las Malvinas.
Después de unos primeros síntomas de entumecimiento y hormigueo, el pie se hincha y la piel se va ennegreciendo. En ocasiones se produce supuración o sangrado. En los casos más graves es necesaria la amputación del pie.
La mala circulación unida a una alimentación deficiente, a la humedad durante periodos prolongados y a un calzado inadecuado es la principal causa de esta enfermedad. Uno de los colectivos más propensos a sufrir esta afección es el de los indigentes, cuyo síndrome se exacerba por las perturbaciones cognitivas, las neuropatías, las enfermedades vasculares y el consumo de drogas, sobre todo alcohol y tabaco.
El tratamiento, en un principio consiste en lavar y secar bien los pies, mantenerlos elevados y esperar a que se calienten de forma natural. Nunca hay que acercarlos a fuentes de calor como estufas o fuegos. No se deben aplicar cremas ni masajear. Después de las primeras 48 horas es cuando realmente podremos ver el alcance de las lesiones.
Para saber más:
Podología: los pies sobre la tierra
Exordio
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