miércoles, 30 de junio de 2010

El gran fracaso del Concorde

Todo ocurrió en dos minutos. El vuelo 4590 de Air France estaba despegando del aeropuerto parisino Charles de Gaulle, cuando de repente se vio una larga lengua de fuego en su ala izquierda. Quienes lo contemplaron se temieron al instante lo peor. No se equivocaban. Tras volar a baja altura lastrado por 90 toneladas de combustible con que surcar el Atlántico hasta Nueva York, y habiendo perdido por completo la estabilidad, el orgullo de la aviación comercial mundial, el Concorde, cayó envuelto en llamas sobre un hotel a las afueras del pueblo de Gonesse. Fue el primer y último accidente del único avión supersónico que cubría rutas regulares con pasajeros y dejó un balance de 113 muertos. Tres semanas más tarde se retiraba toda la flota operada tanto por Air France como por British Airways.

Catorce meses después volvieron al servicio cuatro aparatos de la compañía francesa y cinco de la inglesa. Sin embargo, la tragedia pesaba sobre los posibles pasajeros y cada vez eran menos los que compraban los caros billetes, lo que unido a los elevados costes de mantenimiento terminó por sentenciar al Concorde definitivamente y el "gran pájaro blanco" dejó de volar.

El sueño de superar la barrera del sonido comenzó a tomar forma a mediados de los años 50. Cuatro potencias se embarcaron en el proyecto de manera independiente, pero la pujanza del esfuerzo europeo dio como resultado en los años 60 al nacimiento del Concorde.

El Concorde se convirtió en emblema de modernidad y lujo por su velocidad, potencia, belleza y precio. Pasó a ser el avión favorito de personajes adinerados que buscaban un cruce rápido y elitista del Atlántico.

La tragedia

El día del siniestro, 25 de julio de 2000, el vuelo AF 4590 salió con una hora de retraso. El piloto, el experimentado Christian Marty, había detectado un desperfecto en el segundo motor de los cuatro Rolls-Royce que propulsaban la nave. Cambiada la pequeña pieza responsable del fallo, se procedió a la entrada en pista, la número 6 del aeropuerto De Gaulle, de 4 km de largo. El avión, como siempre, avanzó con normalidad por la mitad de ese tramo, adquiriendo poco a poco la velocidad necesaria para remontar su pesada estructura.
Justo en ese punto el controlador de vuelo observó desde la torre que había fuego bajo el ala izquierda e informó de ello al piloto. Para detener el Concorde, con los depósitos repletos de combustible y ya a casi 330 km/h, éste necesitaba 3 km de pista y sólo quedaban 2. Así que decidió acertadamente despegar para aterrizar en el aeropuerto de Le Bourget, a sólo 5 km. Pero nunca llegó allí.

Cuando el "gran pájaro blanco" se elevó en el aire, lo hizo demasiado despacio y a muy baja altura, además de perseguido por las llamas. El motor número 2 no tenía la potencia suficiente y pronto dejó de responder también el 1, ambos situados en el ala izquierda. Vibrando con fuerza y fuera de control, el avión se inclinó hacia ese lado y avanzó unos metros más, a sólo 15 del suelo, mientras el ala afectada se iba fundiendo por la temperatura infernal. Segundos después, el Concorde se estrellaba contra el hotel de Gonesse, un edificio de cuatro plantas del que no quedaron ni los cimientos.

¿Qué había pasado? Una minuciosa investigación se encargó de dilucidarlo. Se concluyó que una serie de imprudencias y defectos encadenados de manera fortuita derribaron al gigante supersónico causando las 113 víctimas. Ese mismo año se abrió en Francia un proceso judicial por homicidio involuntario contra una compañía estadounidense y cinco individuos cuyas presuntas negligencias habrían entretejido la tragedia. El primer condenado, sin embargo, fue el Concorde, retirado para siempre tres años después de su único accidente.

2 comentarios :

  1. Gracias Kassio, has contribuido a que potenciar un poquito más mi miedo a volar... :S

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  2. Mujer, el concorde ya no vuela hace años.

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