Sagada es un pequeño pueblo en las montañas en la isla de Luzón, Filipinas. Allí existe un cementerio colgante en un acantilado de roca caliza.
La tradición dictaba que cada habitante del lugar tallara su propio ataúd para que, cuando falleciera, éste fuera izado en el acantilado de modo que el difunto estuviera más cerca del cielo.
A través de un sistema de cuerdas, barras de metal y andamios de madera, eran levantados y situados en ese lugar para el descanso eterno. También los colocaban en cuevas ubicadas en el mismo acantilado.
Hoy en día es un lugar de atractivo turístico y ya hace muchos años que el acantilado no se usa como cementerio, aunque aún continúan los ataúdes colgados en la pared de piedra y muchos otros apilados en el interior de algunas de las cuevas.
Fuente | Dateriles
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